


(Fuente: Museo Nacional del Prado, España)
La peste negra asoló Europa, Asia occidental y el norte de África entre 1347 y 1352. Pero ¿realmente mató en cada zona a la cantidad de gente que sugieren las crónicas y las estimaciones realizadas hasta ahora?
Un estudio reciente ha demostrado que la mortalidad de la peste negra no fue tan homogénea como han reflejado hasta ahora los libros de historia.
La investigación la ha llevado a cabo un equipo internacional que incluye a Reyes Luelmo, investigadora en el grupo de arqueología medioambiental del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España.
Los autores del estudio han llegado a esta conclusión a partir del análisis de polen y esporas fosilizados recogidos en toda Europa. “Hemos descubierto que la considerada peor pandemia de la historia tuvo un impacto devastador en algunas regiones, como Escandinavia o Francia, mientras que en otras, como en Irlanda o la península Ibérica, el impacto fue mucho más discreto”, explica Luelmo.
El análisis de polen permite una reconstrucción muy fidedigna de la historia de la vegetación y del desarrollo de las actividades económicas relacionadas con la agricultura y la ganadería. El polen permite reconstruir la señal que indica cómo interaccionan los humanos con el entorno. Según la actividad humana desarrollada en una zona, cambia la cantidad de algunas especies y la presencia o ausencia de otras, y, por tanto, del polen que desprenden y que queda almacenado en los suelos. “Gracias a estas reconstrucciones, podemos saber cómo era la relación de nuestros antepasados con el paisaje que habitaban, si se dedicaban a la agricultura y a la ganadería o si estas dinámicas cambiaban por alguna razón”, explica Luelmo.
“Supuestamente, una epidemia con tal caída demográfica habría provocado por entonces que los bosques se recuperaran ante un menor impacto humano sobre ellos y, en paralelo, que tanto la agricultura como la ganadería sufrieran una notable deceleración o incluso cese absoluto", señala José Antonio López, investigador del Instituto de Historia del CSIC. De este modo, el retroceso de las actividades agropecuarias habría provocado un avance de los bosques, que desprenderían mayor cantidad de polen. Este se depositó en los suelos y quedó fosilizado.
Se ha venido estimando que hasta el 50% de la población europea murió por culpa de la peste negra. “El problema”, indica Reyes Luelmo, “es que estas conclusiones se basaban en datos cuantitativos, que normalmente solo reflejan la realidad de las grandes urbes, donde las condiciones sanitarias y sociales ayudaban a la expansión de las enfermedades”. Sin embargo, este nuevo estudio aporta la información desde las zonas rurales, donde residía el 75% de la población en época medieval.
El estudio, liderado por el Instituto Max Planck en Alemania, ha confirmado las altas tasas de mortalidad en Escandinavia, Francia, el suroeste de Alemania, Grecia y el centro de Italia, gracias a la constatación de una fuerte disminución de actividad agrícola en estas zonas y la reforestación de los campos abandonados. Mientras, muchas regiones de Europa central y oriental y partes de Europa occidental, incluidas Irlanda y la península Ibérica, muestran evidencia de continuidad o crecimiento agrícola ininterrumpido.
Estas novedosas conclusiones han sido posibles gracias a la participación de investigadores de diecinueve países, que han recopilado toda la información paleoambiental disponible en Europa, y han demostrado la necesidad de realizar reconstrucción histórica a partir de fuentes locales.
"No existe un modelo único de pandemia que se pueda aplicar a cualquier lugar en cualquier momento sin importar el contexto", dice Adam Izdebski, del Instituto Max Planck. "Las pandemias son fenómenos complejos que tienen historias regionales y locales. Hemos visto esto con la COVID-19, ahora lo hemos demostrado para la peste negra".
Las diferencias en la mortalidad demuestran que era una enfermedad dinámica, con factores culturales, ecológicos, económicos y climáticos que mediaban en su expansión e impacto.
El estudio se titula “Palaeoecological data indicates land-use changes across Europe linked to spatial heterogeneity in mortality during the Black Death pandemic”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Ecology and Evolution.
(Fuente: CCHS / CSIC) noticiasdelaciencia.com