Danza Macabra llena de emoción llega al Teatro Octavio Trías
El ensamble clásico de cuerdas de la UACJ conmueve al público
El pasado sábado 04 de noviembre el ensamble clásico de cuerdas de la UACJ conmovió al público asistente del teatro experimental Octavio Trías con un lleno pleno de los 3 niveles del mismo.
El interprete a cargo del contrabajo y director del evento Ernesto Pérez rompió el silencio para comentar una pequeña muestra de contexto que sirvió para que los espectadores tuvieran una experiencia más cercana al significado y la emoción invertida en cada una de las piezas. En el caso de la obra de apertura, Libera me, Domine del autor Gabriel Fauré, pudimos apreciar un réquiem el cual se trada de una máxima expresión de despedida para los difuntos a través de la música.
A continuación, un Intermezzo de Pietro Mascagni. El director nuevamente comentaba sobre la obra en cuestión que el intermezzo es un tipo de composición que se utiliza tradicionalmente en el contexto de óperas como un lapso intermedio que permite la preparación de escenarios y cantantes para nuevos actos y que así el público no quede en total silencio por largos periodos de tiempo.
Así el público se pudo deleítar con la Marcha Funebre de Frederick Chopin, famosa composición muy conocida por referencias que permean en la cultura popular; Pavana Para Una Infanta Difunta de Maurice Ravel; Sonata "Al Sancto Sepolcro" de Vivaldi; Pie Jesu de Lloyd Webber. El espectaculo fue una interpretación de un total de 8 obras cargadas de emoción, todas ellas dedicadas únicamente al tópico de la muerte.
A lo largo de todo el evento se puede decir que los 3 interpretes a través de sus instrumentos llenaron por completo el espacio. Por momentos hacían parecer como que hubiera muchos más músicos detrás de cada movimiento reforzando aquella transformación del teatro en una cámara de reflexiones que invitaba al espectador a meditar sobre ese momento universal y esa entidad fraternal que yace en la muerte misma.
Cabe destacar que la composición de John Williams para la película La Lista de Schindler fue una de los momentos más conmovedores del concierto. La labor del violinista Roberto Jurado fue impecable en expresar una sensación de escalofrío entre las variaciones de notas agudas y graves que, con el complemento del cello a manos de Margarita Vargas, parecía ser una súplica agonizante a la muerte. En especial en dicha pieza se podía percibir una emotividad increíble de parte de los artistas.
Para finalizar el evento no podía faltar La Danza Macabra de Saint Saëns, obra a la cual debe su nombre el concierto. Fue un momento espectacular, un despliegue tal de habílidad que parecía proyectar un hechizo sobre cada uno de los espectadores vivos y muertos por igual invitandoles a escapar de sus tumbas y bailar al menos por un momento de la noche.
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