La realidad de la obesidad infantil en México: Exceso de desinterés
Los efectos de la NOM-051 en la publicidad
Crédito: Gustavo Fring / Pexels
La obesidad infantil es un problema que avanza con velocidad en México, la poca actividad física y los malos hábitos de una generación que cada día está más comprometida con la virtualidad, las nuevas tecnologías, las redes sociales y menos con las actividades deportivas, nos ha cobrado factura. Tan solo del año 2020 al 2022, se registró que los niños en instituciones educativas de nivel básico presentaron 18.1 % de obesidad en los más pequeños, mientras que en adolescentes fue de un 17.2 % según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut). Estas no son cifras que pasarán desapercibidas, sino que marcarán una serie de problemas de salud importantes como enfermedades cardiovasculares, diabetes o hipertensión.
La obesidad infantil es una enfermedad crónica que avanza de manera lenta y mortal. Esta se presenta cuando el menor mantiene un sobrepeso mayor al 20 % ideal por un exceso de grasa en el organismo, así como consumir grasas saturadas, azúcares y carbohidratos en exceso, contribuye en gran medida a que se presenten factores de riesgo. Los primeros cinco años de vida resultan determinantes en el desarrollo integral de los niños, por lo que tener buenos hábitos de consumo y realizar actividades que los mantengan activos, podrían ser puntos cruciales en la prevención de problemas médicos. No obstante, la obesidad es un tema complejo, los expertos dicen que está relacionada con otras variables como el contexto social, cultural y psicológico. Por este motivo, serán los especialistas en temas de salud, nutrición, psicólogos y expertos en activación física los que tienen cabida en esta ecuación. Pero, la pregunta que nos hemos hecho es ¿qué están haciendo las autoridades de salud para prevenir esta situación?
Es claro que en México hay un problema de raíz, pues no son los niños quienes reciben su alimentación por su cuenta, sino que sus padres son responsables. El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) sabe esto, aseguran que un 36.9 % de las personas adultas vive en condición de obesidad y en 2030 este porcentaje podría alcanzar un 45 %. Juan Rivera, investigador del INSP dijo que somos rehenes de un sistema alimentario que no es saludable, no es sostenible y tampoco es justo. Así, el no actuar para educar a la población sería condenar las infancias. Uno de los problemas se relaciona con el aspecto genético, motivo por el cual se ha culpado de manera popular en la sociedad mexicana a este factor. Sin embargo, hoy en día la obesidad está más cerca de aquellos que consumen una alta densidad calórica, relacionada con bebidas azucaradas, comida chatarra y alimentos procesados con añadidos. En 2021, el 92 % de los niños y las niñas entre 5 y 11 años ya consumían esta clase de líquidos poco saludables, mientras que más del 50 % son consumidores habituales de botanas, dulces y cereales procesados.
Es evidente que hay un problema, pues los niños con obesidad tienen más probabilidades de presión arterial y colesterol alto, riesgo de enfermedades cardiovasculares, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, diabetes, asma, enfermedades del hígado, problemas respiratorios, sueño, ansiedad, depresión, baja autoestima, bullying e incluso suicidio.
Por ello, una de las grandes apuestas tiene que ver con la modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 (NOM-051), que se encarga del etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados de fabricación nacional o extranjera, que se comercializan en México. Esta disposición explica que los alimentos deben contener la información necesaria en cuestión comercial y sanitaria de cada producto. Así mismo, contiene características especiales para el etiquetado frontal con las advertencias sobre los riesgos al consumidor, establecidos de manera clara. Esto incluye los añadidos como las grasas, azúcares, calorías, edulcorantes u otros ingredientes que representen un riesgo para la salud. Lo que implementa la norma, son sellos de advertencia de forma octagonal en los productos que se consumen de manera cotidiana. Son estos signos semióticos que nos dicen de manera simbólica: alto ahí, no me compres, no me consumas, no soy saludable. En realidad, el hecho de que un sello con la forma reconocida nos permita saber que un producto tiene un exceso de calorías, grasas saturadas, grasas trans, azúcar y sodio, no es suficiente para educar al consumidor.
Crédito: Humberto Caldera
Desde el año 2019, se buscó profundizar en el tema de los sellos octagonales de la NOM-051 y sus efectos en las empresas. En este tiempo, se logró un análisis de contenido audiovisual, un análisis comparativo y finalmente entrevistas a expertos que se reúnen en una tesis de más de seiscientas páginas sobre el tema, el estudio da claridad sobre los aspectos en la comunicación, la publicidad y el diseño gráfico. Este reportaje compila algunos de los hallazgos, con la intención de brindar claridad al consumidor sobre la realidad de un país fracturado en su sistema de salud. Es claro que al igual que hay excesos en los productos alimentarios, también existe un exceso de desinterés por parte de las autoridades.
A nivel mundial, nuestro país es el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos. Por esta razón, es complejo llegar a una solución reparadora de años de malas elecciones por parte de la Secretaría de Salud y de los involucrados en la producción de alimentos procesados. El consumidor está desinformado sobre las empresas, el gobierno de México ya establece que el 91.5 % de usuarios en Internet usan WhatsApp y el 82.8 % Facebook, por lo que están expuestos a información falsa. Nos advierten que hay información errónea y que además tiene la intención de confundirnos o engañarnos. Nos recomiendan verificar la información con fuentes que sean confiables y conocidas. Establecer que la fuente es la que dice ser, revisar la credibilidad y buscar más fuentes. Esto parece ser una tarea titánica cuando esas falsedades vienen directamente de la federación. Con un presidente que ha tomado represalias en contra de empresarios y periodistas a lo largo de su mandato, será una labor extensiva el informar de manera veraz al consumidor. Como establece la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), la desinformación y las fake news se asociaron al proceso electoral en 2012, cuando se generaron 175 noticias falsas sobre 23 sobre gubernaturas, 38 sobre alcaldías, 10 sobre diputaciones federales y 4 locales. La misma ONU afirma que existe una contra agenda de la desinformación que afecta la opinión pública en temas de salud. Esto es especialmente grave, si tomamos en cuenta la poca cobertura de los medios a temas de salud.
Precisamente, otro de los factores que afectan al consumidor, es que los mismos medios no se han dado el tiempo de cubrir las modificaciones al etiquetado en profundidad, por una parte, por el inminente problema de salud mayor en ese momento, la pandemia por Covid-19. Otro aspecto es la poca cobertura a estos temas y la misma ignorancia de quien cubre la fuente. Sumado a ello, las autoridades tampoco están bien informadas de sus propias políticas públicas.
La NOM-051 es muy clara en sus modificaciones, sin embargo, los encargados de llevar a cabo la aplicación de la ley no la conocen realmente. Esto lo sabemos de antemano, similar a cuando un oficial de tránsito no conoce la ley, en gobernación no saben cuando se debe confiscar un producto que no está cumpliendo con una norma oficial. Por ejemplo, el caso de enero 2022, cuando se inmovilizaron 380 mil productos Rice Krispies de la empresa Kellogg’s, esto al no poseer los sellos de advertencia de altos contenidos y portar a sus mascotas de marca: Snap, Crackle y Pop. Resulta un completo atropello de las autoridades al libre comercio por no conocer los estatutos de la norma oficial a la cual están apelando para inmovilizar y confiscar el producto.
Para profundizar, la NOM-051 obliga a las empresas a informar a los consumidores de riesgos en los productos que ofrecen y parte de ello es el uso de los sellos octagonales en el etiquetado frontal de los productos. Obviamente, los productos que tienen algún añadido deberán portar uno de estos sellos. Los productos que contengan una de estas leyendas de advertencia, no deben incluir en la etiqueta: personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas, elementos interactivos, tales como, juegos visual – espaciales o descargas digitales, que, estando dirigidos a niños, inciten, promueven o fomenten el consumo.
En el ejemplo anterior, el cereal que se confiscó es un producto que, desde su lanzamiento en 1928, nunca tuvo añadidos perjudiciales para el consumidor. No se le añadió azúcar ni otro ingrediente perjudicial, por lo que según la NOM-051, podría continuar con el uso de sus mascotas. Es comprensible que el consumidor no conozca esta norma a la perfección, después de todo en ese momento no tenía mucho en vigor, aun así es reprobable que el organismo que se dedica a la inmovilización de los productos que no cumplen con la norma no comprendan algo tan básico.
Crédito: Lisa Fotios / Pexels
Empresas como Bimbo, tuvieron que añadir diseños con patrones y cambiar la relación de sus elementos gráficos en el etiquetado. Esto, mientras se implementaba una campaña 360 promoviendo su nueva imagen, así como actividades que realzaran el compromiso con el consumidor en medio de una pandemia que no cesaba. Incluso se realizó una carrera virtual que se registraba con dispositivos móviles. Kellogg’s por su parte, realizó una campaña que reafirmaba la energía que dan sus productos a través de mensajes publicitarios que enlazaban los sentimientos de los consumidores confinados ante la época de crisis. Además, reformuló productos, lanzó productos nuevos bajos en contenido calórico y promovió la actividad física. Es innegable que siendo una compañía que mantiene una estrecha relación con sus personajes, no querían perderlos. Hasta lanzaron una campaña en sus empaques en su tiempo de gracia, que continuaron en redes sociales y con campañas BTL. Coca-Cola promovió amparos a la NOM-051, mientras elegía un nuevo camino en su estrategia. Hoy en día cumple con las implicaciones de la disposición y se ha sumado a las empresas que buscan un cambio responsable.
Crédito: Humberto Caldera
La realidad es incuestionable, a las empresas les ha costado el tomar un sendero distinto en su publicidad para sobrellevar las afectaciones de esta norma oficial. Algunas, las mejor preparadas, lo han tomado como un reto que hay que sobrellevar y han cruzado a una línea de la sustentabilidad, la vida saludable y la actividad física. Sin duda, las que han podido cruzar esta meta mantienen una filosofía más responsable con el consumidor. La época en que las empresas eran como monstruos que solo quieren el dinero de sus consumidores se ve entonces difusa ante la preocupación de los encargados de realizar una nueva estrategia de marketing basada en el compromiso con el consumidor.
Entonces, si las empresas están dispuestas a colaborar e informar a los consumidores de los posibles riesgos de los productos, ¿por qué esta norma no ha funcionado? Se entrevistó a expertos en los ámbitos de la publicidad y las estrategias de comunicación respecto al papel que juegan las marcas que producen alimentos para el consumidor infantil.
Los entrevistados se pusieron de acuerdo en que las empresas, son importantes por ser las encargadas de lo que ingerimos. Por esta razón, tienen la obligación de informar si algo está mal con sus productos. Si tiene algún añadido, si contiene algo que nos pueda causar alergia o simplemente si tiene altos contenidos de azúcares, grasas o sodio. Sin embargo, establecieron que es el consumidor el que debe decidir si comprar o no estos productos. Por ejemplo, todos sabemos que el alcohol o el tabaco pueden causar problemas a la salud, pero es nuestra elección consumirlos aún sabiendo esta información.
Algo a resaltar es que esta medida no es una apuesta que naciera completamente en México, sino que tiene sus orígenes en Chile. En nuestro país utilizábamos las llamadas Guías Diarias de Alimentación, que medían todo en porcentajes. Estás se descartaron principalmente por requerir un conocimiento matemático previo para poder entender como funcionan, por su tiempo de interpretación, por no tomar en cuenta a la población vulnerable y por no ser diseñadas por expertos. Fue entonces cuando se miró a otras naciones, así se tomó de referencia la Ley No. 20.606 sobre Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad de Chile, donde se promulgó el Decreto 13° de 2015 “Modifica el Decreto Supremo N.º 977”, de 1996, del Ministerio de Salud, que aprueba al “Reglamento Sanitario de los Alimentos” con fecha del 26 de junio de 2015. En este documento se establece que los productos que están dirigidos a menores de 14 años no pueden hacer publicidad con personajes y dibujos animados y propone un nuevo etiquetado con sellos de advertencia, mismos que se modificaron para su uso en México en la NOM-051. El verdadero problema es que en Chile, esta disposición no ha funcionado.
El diseñador Eduardo Espinoza, director de la agencia Tipos Libres, explicó que se genera una llamada ceguera de taller que nace del miedo a algo hasta superarlo. En este sentido, al principio los mexicanos veían los productos con sellos como algo poco saludable, pero con el paso del tiempo poco ha importado. Un efecto similar al que producen las cajetillas de cigarros con imágenes grotescas en su etiquetado frontal. Consideró que es absurda la medida, pues no viene acompañada de una educación previa en las casas de los consumidores, sino que elimina el vínculo que genera empatía al producto, refiriéndose a las mascotas de marca. Insistió en que la educación por parte de los padres es más importante que un sello que asusta o que la eliminación de una mascota que simplemente identifica al producto. Aseveró que es negativo, ya que incita llevar a la prohibición de productos injustificadamente.
El diseñador dijo que las empresas de hoy están más conscientes del compromiso social y buscan mejorar su calidad, intentan vender sus productos con una conciencia más humana. Además, dijo que en su experiencia con clientes, la norma posee huecos que se pueden aprovechar creativamente. No sin antes declarar que estos sellos le hicieron un daño a la Industria.
Todo esto suena muy bien para las empresas, ¿pero para los niños? La única realidad es que se convocaron a expertos en salud y nutrición para la creación de esta norma oficial, pero ¿son los únicos que deben participar?
La respuesta es no, es importante que se revisen cada uno de los aspectos relevantes en la NOM-051 para darse cuenta de que atropellan a la propiedad intelectual de las empresas, al libre comercio y a sus estrategias de diseño y publicidad. El punto es que la NOM-051 no tuvo consultores de otros campos como el diseño gráfico, el diseño de producto, la semiótica, las ciencias de la comunicación, el marketing, la publicidad, la ilustración, a los creativos y otros expertos que si bien no saben de nutrición, son los encargados de llevar un mensaje eficaz. Dicho de un modo más coloquial, un taquero no hace el trabajo de un pizzero. Así como los expertos en estos temas no pueden hablar de un problema tan grave como la obesidad infantil, los nutriólogos y médicos no pueden hacer el trabajo del diseño visual que compromete a una empresa y su patrimonio.
El sistema de salud ha perdido un excelente aliado en contra de la obesidad infantil. Un ejemplo claro es el uso de mascotas publicitarias para fines concretos, no solo el hecho de hablar de personajes como el Tigre Toño o Pancho Pantera, que nos invitan a realizar deporte. Caben campañas legendarias como Smokey Bear, que apoya en concientizar sobre los bosques en Estados Unidos, o la misma Susana Distancia, que sirvió como embajadora del gobierno para ayudar a la organización en los servicios de salud ante la crisis de la Covid-19.
Crédito: Anna Shvets / Pexels
El presidente de la Asociación Nacional de la Publicidad en Ciudad Juárez (ANP), Jorge Iturriaga coincidió con Espinoza en su analogía con las cajetillas de cigarros y añadió que productos como los cereales invitaban a agilizar la mente por medio de crucigramas y aspectos lúdicos que son atractivos y que se vinculan una mascota publicitaria. Explicó que estas dinámicas favorecían la vida analítica por medio del aprendizaje. Por ello, las estrategias están cambiando al romper con un esquema que ya era armonioso, atractivo y empático. Hoy, con diseño más austero y poco atractivo, las empresas se topan con problemas y retos que pueden afrontar, pero que hacen perder de vista el verdadero problema que es educar al consumidor infantil en sus círculos. Esto refiriéndose a sus hogares, donde sus padres, hermanos y otros miembros de la familia son una influencia directa en su consumo. Otro punto son las escuelas, esto incluye a las tiendas, las cooperativas internas, los puestos y vendedores ambulantes de los alrededores. Por lo que sugiere una estrategia más integral.
La doctora María Teresa Pellicer Jordá, Coordinadora del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad de Murcia, expresó que las empresas están listas y han comenzado a cambiar sus políticas a nivel mundial debido a los movimientos políticos y sociales que se han dado en los últimos años. Esto los ha hecho socialmente responsables, se tienen marcas con propósito que si bien tienen el objetivo de seguir vendiendo, están mejorando sus estándares de acción. Se habló del etiquetado, ya que es donde centran sus esfuerzos para mejorar los empaques. Ante esto, Jorge Iturriaga, presidente de la ANP explica que se siguen comprando productos solo por el empaque; sin embargo, es parte de la experiencia que brinda una marca al ofrecer un producto.
Los productos como Vualá, que se centran en las promociones infantiles al dar juguetes sorpresa en el interior de su empaque, han sabido sobrellevar esta medida nacional. Este caso particular, donde el coleccionismo juega un papel importante, emplea los huecos sobre la definición del etiquetado frontal. Esto al usar pequeñas variaciones de los logotipos de las licencias que colaboran con ellos en el costado del etiquetado, donde no se considera etiquetado frontal. Sumado a una campaña atractiva de memes que conectan con su público meta.
No obstante, la doctora Pellicer Jordá advierte sobre las afectaciones en el diseño y en la estrategia de comunicación ante una norma como esta, por lo que las empresas deben buscar nuevas maneras de conectar con el consumidor. Apuntó que una verdadera solución sería que la comida saludable sea más económica para las personas que mantienen un estatus socioeconómico menos favorable. Explicó que la publicidad no es determinante al momento de comprar, hay factores más importantes como el precio, el sabor y sus propiedades.
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Algunas empresas como Ricolino han sabido establecer su conexión usando la creatividad. Por ejemplo, en el caso de su producto Panditas se han amparado en que su producto es literalmente una gomita con la forma de un panda y solo están mostrando el producto, por lo que no es un abuso de su propiedad intelectual o mascota publicitaria. Así mismo, están creando experiencias BTL, como la que encabezó el Vicepresidente Creativo de Licuadora Group, Vico Ruiz, quien mencionó que se pueden lograr excelentes resultados al conectar con el consumidor. En su campaña, recolectaron más de seis toneladas en un concierto al canjear la basura por productos y promocionales de la marca. Esto es una estrategia que permitió generar menos basura en el evento y que estableció un vínculo con el consumidor.
El doctor Sebastián Goldsak Trebilcock, docente de la Universidad Católica de Chile aseveró que vivimos un tiempo de cambio, donde la tendencia del consumidor es ser más saludable, mantener una cultura fitness y las empresas lo han entendido por lo que han cambiado sus campañas y es ahora responsabilidad de los padres no permitir que nuestros hijos tengan malos hábitos. Declaró que en Chile la ley ha tenido muchas variables, por lo que se debe considerar cada aspecto sin perder de vista a los niños. La Investigadora del Tecnológico de Monterrey, Eva Citlali Martínez, explicó que siempre van a existir empresas que vendan productos chatarra, pero en general deben apuntar a valores más sostenibles, tener mejor producción de sus productos, evitar los plásticos, ser más inclusivos y ecológicos.
Uno de los comentarios más precisos en este trabajo, es el de la doctora Teresa Correa, investigadora de Food and Agriculture Organization (FAO) el organismo de la ONU encargado de las actividades mundiales para erradicar el hambre y de establecer las normas para el etiquetado frontal de los productos procesados mediante el Códex Alimentarius. Expresó que ella participó en un comité relacionado con la implementación del Decreto 13 en Chile, donde se sabía previamente que los productos poco saludables no bajarían sus ventas, sino que serían los productos que consideramos saludables los que tendrían cambios al presentarse la realidad mediante la nueva forma de etiquetado frontal. Así, las variaciones en ventas han contribuido a la reformulación de productos, camino que están llevando las empresas en México. Otro punto que mencionó y que fue coincidente con los otros entrevistados ha sido la implementación integral de estas normas para que funcionen. Esto implica el trabajar directamente con padres, maestros, directivos en espacios educativos, empresas, publicistas, profesionales de la comunicación, psicólogos y profesionales de la salud.
Como se observa, las empresas están dirigiendo sus estrategias por un sendero distinto al que en décadas pasadas perduraba, lo que funciona en una época donde el consumidor busca regresar a las actividades físicas y al aire libre luego de la pandemia. En tiempo de cambios sociales, que construyen una mejor versión de la humanidad, se manifiestan actividades más saludables y con mejor calidad de vida. Sin duda, aunque restrictiva y desfavorecedora con el diseño, la NOM-051 es un inicio ante un problema que aqueja a todo el país. La norma debe ser revisada para su mejora y generar discusión sobre los resultados. Lo que es innegable, es la preocupación de diversos sectores sobre el incremento de un problema de salud mundial que afecta a los niños y las normas mal construidas y poco estudiadas dan una muestra de la realidad en la que vivimos a nivel federal con un exceso de desinterés.
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