¿Las mujeres eran cazadoras en la prehistoria?
Tanto las capacidades masculinas como las femeninas eran útiles para la caza.
Foto: Steve Ausmus, USDA / ARS
Es muy común la creencia de que entre los cazadores-recolectores de la prehistoria, los hombres eran los cazadores y las mujeres las recolectoras. Pero, ¿hasta qué punto esto era así? Una investigación ha encontrado la respuesta a esta pregunta.
Sarah Lacy, de la Universidad de Delaware, y Cara Ocobock, de la Universidad de Notre Dame en Indiana, ambas instituciones en Estados Unidos, examinó la división de labores en función del género durante el Paleolítico, hace aproximadamente entre 2,5 millones y 12.000 años.
Las investigadoras llevaron a cabo una revisión de las evidencias arqueológicas y de la literatura científica al respecto. Y hallaron muy pocas pruebas a favor de que los roles se asignaban específicamente a cada sexo.
Lacy y Ocobock también estudiaron la constitución física de las mujeres de aquellos tiempos y constataron que las mujeres no solo eran físicamente capaces de ser cazadoras, sino que hay pocas pruebas que apoyen que no lo fueran.
Lacy es una antropóloga biológica que estudia la salud de los primeros humanos, y Ocobock es una fisióloga especializada en buscar analogías entre la época moderna y el registro fósil.
Las investigadoras también examinaron la cuestión de si las diferencias anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres impedían a estas cazar con suficiente eficiencia.
Una ventaja que tenían los hombres sobre las mujeres a la hora de cazar era que, en general, poseían mayor fuerza física, lo cual les permitía lanzar más lejos una lanza, una piedra o cualquier objeto con el que quisieran golpear a la presa. También poseían una mayor capacidad para correr muy rápido en un momento dado, algo útil si la presa está cerca y hay que impedir que escape.
La ventaja que tenían las mujeres sobre los hombres al cazar era que, en general, poseían una mayor capacidad para el ejercicio físico de resistencia, o sea que tardaban más que los hombres en cansarse. Eso las permitía correr durante más tiempo, algo vital cuando hay que perseguir tenazmente durante un largo rato a la presa que huye.
Tanto las capacidades masculinas como las femeninas eran útiles para la caza.
Fuente: Noticias de la Ciencia
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