La Estridentópolis, de Damián Ortega
El libro pone de manifiesto el compromiso del artista con el Estridentismo
En 1921 surgió el Estridentismo, un movimiento en el que artistas plásticos y escritores se unieron en una búsqueda de innovación y renovación artística, materializada en un lugar ideal, Estridentópolis. Casi un siglo más tarde, en 2019, el artista Damián Ortega creó su propia Estridentópolis, una ciudad a pequeña escala, poblada por prendas de vestir de trabajadores incorpóreos y torres con cuerpo de rascacielos y cabezas de animales.
Así lo expresó Lynda Klich, especialista en el arte del siglo XX durante la presentación del libro Estridentópolis, en el marco de la exposición Damián Ortega: pico y elote, que actualmente se exhibe en el Museo del Palacio de Bellas Artes y donde permanecerá hasta el 28 de julio.
Esta publicación incluye un ensayo escrito por Lynda Klich, quien explora las dificultades que enfrentaron los estridentistas en su intento por transformar la realidad. Se destaca cómo algunas ideas del movimiento permearon la obra Estridentópolis, de Damián Ortega, la cual, a través de objetos y materiales diversos, expone conflictos entre la modernidad y la tradición, el nacionalismo y el internacionalismo, así como entre la élite gobernante y la clase trabajadora.
La investigadora comentó que “el compromiso de Damián Ortega con el Estridentismo (movimiento cultural de vanguardia de la década de 1920, que tuvo su auge en la ciudad de Xalapa, Veracruz), antecede a su propia Estridentópolis y revela numerosos y persistentes paralelismos en las prácticas y condiciones de creación artística en México.
“Además de las intersecciones históricas, visuales y conceptuales entre la Estridentópolis de Ortega y su antecedente posrevolucionario, aunque concebidas con décadas de diferencia y desde perspectivas divergentes, generan un diálogo profundo en torno a las condiciones de la modernidad mexicana.
“A través del manejo de los materiales, Ortega los transforma y les permite convertirse en portadores de diversos pasados. Estridentópolis participa así en varias historias culturales: la historia del arte, la arquitectura y el diseño, por un lado, y las revoluciones, utopías y modernidades inacabadas, por otro”, aseguró.
Por su parte, Damián Ortega habló de la influencia que tuvo la caricatura en los años ochenta, a partir de su relación con El Fisgón. “Personalmente me identificaba más con la historia de la caricatura que con la historia de la pintura en México, con caricaturistas como Ahumada, Naranjo, Helioflores, la gente que estaba haciendo cartón, mucho más que con Felguérez, Cuevas y todo lo que estaba sucediendo con la Ruptura, que ya era una institución, ya no era la Ruptura fresca de los sesenta.
“Nos enganchamos más con una forma de arte público, el arte de la calle y la caricatura estaba en la calle, no estaba en un espacio sobreprotegido como un museo. La caricatura tenía una vitalidad muy fuerte en cuanto a que cada día se abría el periódico y era una bomba”, aseveró Ortega.
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