Arte (?) fronterizo

Como cada año en Ciudad Juárez, Chihuahua (Méx.) y El Paso, Texas (EEUU) realizan la Bienal Transfronteriza y en esta quinta edición los museos de arte de estas urbes montaron piezas de arte contemporáneo con elementos únicos y cotidianos.

La bienal que lleva una década de trabajo en conjunto contó con más de cien obras en diversas formas de expresión, desde pinturas, esculturas, fotografías, vídeos, hasta instalaciones aparentemente más procesadas. Se legitiman 32 artistas y colectivos que realizaron un trabajo exclusivo a lo largo de 3,200 kilómetros de frontera.

Debemos apuntar que Distopía visitó el Museo de Arte de Ciudad Juárez y próximamente le daremos seguimiento a la parte de El Paso Museum of Art, por lo que en esta ocasión nos limitaremos a dar una pincelada de este lado de la frontera.

En primer lugar debemos dar mérito a que si hay una serie de obras con motivos y disciplinas muy variadas, claramente hay una intención. Se trata de mostrar la realidad para ambas caras de la moneda, en cuestiones sociales y políticas. En principio de la situación del migrante mexicano en el vecino país, segundo la clara desigualdad económica que enmarca solo un puente que separa las dos naciones y por último la sensibilidad de espectador al recibir esta información. Es por ello que la importancia de esta bienal es de trascendencia internacional, sin embargo fueron pocas las piezas que realmente resaltan como producto artístico.

Si ponemos en contexto este producto, lo artístico como los propios elementos de la obra son muy simplistas, aunque las instalaciones en el museo tiene un grado de ritmo, las obras individuales no siguen un orden natural. Podríamos definir que desde el punto de vista estético, no todas las obras son cómodas visualmente, lo que sí es plausible es el tema en cuestión.

Aunque sus componentes artísticos tocan aspectos populares que pasan por la nostalgia en instalaciones, que evocan a las casas de las familias fronterizas, hay piezas que parecen superficiales y denotan una temática en específico y profundizan realmente. Parece que no sería un "pecado" hablar de las obras como una forma de legitimar a los artistas que así lo desean; dándoles un tema a seguir, casi como una clase donde al participar obtendrían más créditos o puntos en la materia.

Como referencia hay que apuntar que sus componentes estéticos son más expresivos, hay fotos con composición marcada y con paletas de colores definidas. Esta facultad no se atribuye a todas las piezas, hay algunas que dejan mucho a desear y es justo acuñar el término dado por Antonio García, el "Hamparte" se hace presente en la bienal.

Aunque su discurso es claro, hay una obra en particular que usa una imagen ya conocida para ambos países, la tan mencionada portada de la revista Time con el presidente de México, Enrique Peña Nieto y la leyenda "Saving México". León de la Rosa Carrillo nos da una serie de impresiones en papel de baja calidad con el código de la imagen al ser abierta por un procesador de textos. Es así como destacamos la versatilidad de los recursos interdisciplinarios que usó el artista, sin embargo es carente de energía y sin una ficha técnica que nombre la obra, o una pantalla con la imagen original, no dice nada y termina siendo un intento pobre de legitimar su creatividad.

Sin demeritar a los colectivos y artistas, hay piezas que se ven más trabajadas y evidentemente más procesadas en el concepto y la técnica. "DREAM A Little DREAM (Ice Homeland Security Truck kiddie ride)" de Ángel Cabrales es una instalación de fibra de vidrio, acero, luz y sonido que se llevó los aplausos en cuanto a la técnica tan elaborada, se trata de un carrito de paletas que da un claro mensaje al espectador, otra pieza que destaca es "Sartorial Soundbox" de Galería Pérdida (Rancho Cucamonga, California) una pieza de un burro con acabados de fibra de vidrio, foam, pintura, MDF y componentes de sonido que atrapa al usuario por su concepto y contraste de color.

Lo verdaderamente atroz en esta bienal fue una serie de cintos con palabras que se relacionan con la homofobia, el racismo y la intolerancia. No hace falta mencionar que como recurso incomoda al usuario, lo que es indiscutible es lo nefasto de la obra, no transmite el mensaje claramente. Aunque no podemos asegurar que el artista no realizó con sus manos el grabado o incluso la hechura desde cero de estos cintos, no parece que exista un trabajo directo, solo un concepto carente de coherencia. Desaprobamos la legitimación de esta pieza en particular, esperamos que Gilbert Vicario (Museo de Arte de Phoenix), Carlos Palacios (Museo Carrillo Gil), jurados de esta 5ta Bienal Transfronteriza o el resto de los organizadores, curadores o participantes puedan leer esta nota y nos den un panorama más amplio del discurso de esta pieza, para entender porque ocupa tanto espacio crucial en el Museo de Arte de Ciudad Juárez.

Es imperativo mencionar que con diez años de colaboración entre museos, su madurez del estilo, originalidad y repertorio técnico no parecen avanzar, es casi como un estancamiento e incluso un retroceso del arte fronterizo, si bien algunas instalaciones, pinturas o mixtos tienen un discurso claro, digerible y son agradables a la vista, en general dejaron mucho a desear este 2018.

- Humberto Caldera