


De nueva cuenta, Studio Ghibli trae a un talento nuevo para debutar en una nueva cinta para el estudio, saliéndose casi en su totalidad de lo establecido o, al menos, lo convencional, en lo que se refiere a estilo e historias. Yoshifumi Kondo es el director en turno y, curiosamente, este es su primer y último largometraje, no solo para el estudio, sino en general. Con dos cortos previos, su trabajo siempre se ha empeñado y enfocado exclusivamente en ser miembro constante del departamento de animación, mayormente de Ghibli, esto hasta su fallecimiento en 1998 debido a un aneurisma que, los médicos sospechan, se debió a un exceso de trabajo. Probablemente sea parte de lo que hace Whispers of the Heart tan especial dentro del catálogo Ghibli pero, a fin de cuentas, es solo una pequeña parte, más a nivel simbólico, ya que la cinta en si cuenta con un encanto e identidad especiales.
La cinta nos presenta a la pequeña Shizuku Tsukishima, una estudiante de secundaria, adicta a los libros, la música y a la literatura. Diario, antes de empezar con sus labores escolares, esta se apresura a la biblioteca de la escuela para entregar y llevarse un libro, lo que la lleva a notar que un tal “Seiji Amasawa” ha estado leyendo los mismos libros que esta, lo que le provoca una fascinación y atracción hacia este desconocido, pero eventualmente descubrirá que el tal Seiji no es más que un tipo engreído y presuntuoso, lo cual eventualmente los llevara a chocar en cuanto a personalidades, cosa que-obviamente-irá cambiando con el curso de la historia. Sin embargo, este pequeño romance estudiantil no es el enfoque principal de la cinta, pues también podemos apreciar que Shizuku vive con una familia que parece, de mas, distraída, teniendo a sus padres y a su hermana de por medio, a lo largo de la cinta podemos apreciar la relación que todos llevan con cada uno; cada rol que los personajes tienen dentro de la casa y la forma en la que interactúan. El corazón de la trama, sin embargo, gira en torno a la crisis por la que Shizuku pasa después de conocer más a fondo a Seiji, quien por mas engreído y presumido que resulte, también posee una determinación y metas que está más que dispuesto a realizar, esto termina por influir en Shizuku, quien no tiene un plan a futuro fijo o metas que la motiven a ir mas allá de la escuela, por lo que al final termina por decidirse a convertirse en una escritora, dejando a un lado sus estudios, y así dedicarse a buscar la historia perfecta.
Si hay un género que el anime ha explotado a mas no poder dentro de su vasto catálogo de entregas, tanto independientes como populares, es definitivamente el ‘coming-of-age’, el cual trae consigo todos estos convencionalismos, clichés y estilos tan trillados como lo son el entorno escolar secundaria-preparatoria, chicas y chicos reprimidos, tímidos, extrovertidos en uniformes, relaciones que empiezan de manera impulsiva y explosiva, drama juvenil que, por demás, no parece dirigirse a ningún lado en específico salvo a ese inminente “y vivieron felices hasta la universidad” que el japonés promedio tanto adora sobreexplotar (una muy probable razón por la que el mercado de televidentes del medio sea, en gran medida, femenino), y que se ha visto tanto. ¿Entonces, por qué Whispers of the Heart se siente tan fresca y... efectiva? En primer lugar, esto podría deberse a la dirección del mismísimo Kondo, el cual parece comprender y presentar esta serie de elementos tan exhaustivos, de una forma especialmente realista, o al menos, desde un punto de vista cultural, aunque la relación que podríamos generar con respecto al personaje de Shizuku se deba a lo natural que este fluye, especialmente una vez iniciada su crisis profesional; el no saber qué es lo que queremos lograr, o a donde ir, o como conseguirlo. Ese constante “¿qué quiero ser?” que nos acecha, inclusive después de la misma universidad. No se puede negar que, durante una época tan emocionalmente conflictiva, como lo es la preparatoria, estos conflictos puedan llegar a confundirnos y a afectar nuestro sentir, especialmente al tener cerca a alguien que parece tener las cosas en perspectiva, o simplemente, bajo control. Por eso, supongo, la relación progresiva entre Shizuku con Seiji funciona más que un romance de preparatoria; está claro que uno sirve como motivador e inspiración del otro.
Inclusive, una vez fijada la meta de Shizuku y de volverse una escritora, a pesar de la opinión de sus padres y a costa de su vida académica, la película adquiere un tono especialmente surrealista, lo que nos permite echar un vistazo a la visión que tiene Shizuku, séase del mundo, séase de ella misma, el punto es que visualmente va a la par de lo que esta espera lograr, al momento de estar ideando su historia. Inclusive, la cinta hace incursión de lo que pareciera ser su mayor conexión entre cintas del estudio, con el personaje del Baron Humbert von Gikkingen, el cual vuelve para una de las entregas próximas dentro de la travesia del estudio, y que terminara por volverse el puente entre cinta y cinta, algo que no se había visto anteriormente en Ghibli, al menos, no de forma directa. Sin embargo, con todo y referencia meta, la cinta no pierde la oportunidad de desplegar hermosos visuales y una fantástica imaginación, digna del estudio que la produce, lo que no resulta en algo completamente necesario, ya que el tono realista de la cinta en ningún momento llega a estorbar o agotar como, digamos, Ocean Waves u Only Yesterday; aquí, ese aspecto de la cinta se disfruta debido a lo bien realizado y respetuoso que termina siendo. Y no es que la cinta no se torne cursi, o melosa. Hay momentos en los que las escenas se tornan un tanto predecibles en cuanto a las emociones, abriendo paso a situaciones completamente románticas, tal es el caso de una de las escenas en las que Shizuku y Seiji están intentando realizar una interpretación música de una canción en inglés, Seiji en el violín y Shizuku cantando, a lo que, eventualmente, un grupo de ancianos se les unen con distintos instrumentos. Es un momento de lo más cursi, pero dentro de esta historia, de la forma en la que se ha estado narrando y mostrando, es perfectamente justificable, inclusive con cierto encanto que podría llegar a tornarse disfrutable, independientemente de la reacción que uno pudiera tener con escenas así.
Claro que, como buen drama adolescente, independientemente de lo bien hecho que esté, no deja de recaer en momentos típicos y, sobra decir, un final sumamente abrupto y espontaneo, claro que, si somos honestos, los finales de Ghibli rara vez llegan a generar un impacto a la par que el resto de la película previa a. Es raro que una cinta de Ghibli sepa del todo en qué momento parar la cinta para dar paso a los créditos finales, pero este no es el caso, de hecho, dentro del catálogo Ghibli, es una de las cintas con finales genuinamente abruptos. Otro detalle recae en los padres de Shizuku; si bien esta no es una chica malcriada o consentida en general, pero su actitud hacia ella es demasiado... pacifica, por decirlo de una forma simple. Ahí tenemos la escena en donde ella les explica que piensa dejar la escuela para dedicarse de lleno a la escritura, todo se resume en la reacción que estos dos tienen, la cual es demasiado “comprensiva”, y en definitiva eso remueve parte de este realismo que en otras instancias parecía funcionar. Y no es que haya problemas con el personaje de Shizuku con respecto a esta decisión, a fin de cuentas, esta aprende la lección y decide enmendar las cosas, pero con respecto a los personajes de su familia, la más sensata termina por ser la hermana, con quien, desafortunadamente, no hay tanta interacción como se debiera.
En sí, Whispers of the Heart es un romance juvenil, con todas las de la ley, pero que afortunadamente sabe cómo hacer uso de los clichés y estereotipos que tanto han dañado al género, sobre todo en animación japonesa, y si bien, este tipo de historias (sin un enfoque fantástico, claro) parecen no aportar demasiado en cuanto a narrativa o historia dentro de la ficción, es bueno ver, de vez en cuando, alguna que trate de ir un poco más allá de lo convencional, para darnos situaciones que ameritan reflexión y análisis, algo que no se ve todos los días dentro de este género, especialmente tratándose de protagonistas jóvenes. Es una lástima que Kondo se fuera apenas con un largometraje animado, especialmente considerando que, técnicamente, el mismo trabajo acabo con su vida, pues se nota que este era un director que tenía mucho que ofrecer al medio, de igual forma, probablemente esa parte de la razón por la que Whispers of the Heart amerita cierto reconocimiento y valor entre las entregas del estudio, pues es una cinta que tiene más que ofrecer, de lo que se ve a simple vista.
- Jose Miguel Giovine