Godzilla (1998)
“That’s a lot of fish.”
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Cuatro décadas habían pasado desde el clásico de TOHO, y sólo tres años desde el final de la serie, cuando lo obvio ocurrió: Estados Unidos lanzaría su primera versión del Rey de los Monstruos. Producida por TriStar, y dirigida por Roland Emmerich, quien conquistara a la audiencia (más no a la crítica) con su ‘Independence Day’, la cual realizara al lado de su siempre fiel perro faldero, el guionista Dean Devlin, y quien regresaría para este ‘remake’. Era obvio el fracaso, tanto en su recepción general, como en la taquilla que perdiera. La cinta cuenta con la presencia estelar de la crema y nata de la industria: Matthew Broderick, Jean Reno, Maria Pitillo, Hank Azaria, Kevin Dunn, Michael Lerner, y Harry Shearer, aunque siendo justos con Reno, es el que sobresale y hace tolerable la experiencia… hasta cierto punto.
Nacida de las pruebas radioactivas, realizadas en la Polinesia Francesa, una criatura empieza a causar terror a lo largo del Sur del océano Pacifico, lo que inevitablemente apunta a su llegada, inminente, a los Estados Unidos. Un científico nuclear, el Dr. Niko "Nick" Tatopoulos (interpretado por el siempre inmejorable y carismático Mathew Broderick) es asignado por el gobierno de USA para investigar y deducir qué tipo de criatura ha surgido. De inicio por Panamá, y Jamaica, la ruta de la criatura termina por colindar en Nueva York, para espectáculo del espectador americano, con todo tipo de destrozos y caos a su paso. El ejército americano, así, comenzará a hacer todo lo posible por librarse de la amenaza, involucrándose-por igual- la aspirante a reportera Audrey Timmonds (la sublime Maria Pitillo), antigua novia de Nick, quien buscará hacerse un lugar dentro de la cadena de noticias, para la cual trabaja bajo las órdenes del misógino y completamente despreciable Charles Caiman (el veterano actor de voz de los Simpsons, Harry Shearer). A su vez, un agente del servicio secreto francés, Philippe Roaché (Jean Reno) tratará de hacer lo posible por enmendar los errores de su patria al acabar con la criatura y, según el Dr. Tatopoulos, el posible nido que esta ha armado.
De entrada, la propaganda de la cinta apuntaba a lo temido: Godzilla parecería adoptar su nueva imagen americana, inspirada en el T-rex de ‘Jurassic Park’ (Spielberg/1993), lo que ya incitaba a la furia de los puristas y la audiencia que anhelaba ver al mítico monstruo, por primera vez, en su versión occidental. La trama esta por todas partes, quizás a sabiendas de que el aspecto humano siempre era repetitivo y agobiante en las cintas originales de TOHO, Emmerich intenta enfocarse no sólo en el acercamiento “gubernamental”, sino en el civil, desde la perspectiva de un científico, una reportera, un camarógrafo y un agente secreto extranjero. En papel tal vez la idea sonaría ambiciosa e interesante, pero tal vez la elección del reparto, aunado con un guion sorprendentemente mediocre en su presunción, sea lo que termina por destruir los cimientos de una historia medianamente decente, al intentar introducir un humor sumamente idiota, o en su mejor momento, pasable. Claro que la dirección de Emmerich, así como el torpe guion de Devlin, no terminan de aterrizar en lo que, en un inicio, prometía con el planteamiento de un ‘build-up’ lo suficientemente sólido como para mantener un interés considerable, por parte de la audiencia. Inclusive, siendo honestos, la secuencia dentro de Nueva York, poco antes de que Hank Azaria fuera-casi-pisoteado, es suficientemente entretenida como espectáculo de devastación, algo que se perdió inmediatamente durante la segunda mitad de la cinta, y durante el resto de la carrera de Emmerich.
Desgraciadamente, esto se limita únicamente a una sola escena rescatable dentro de dos horas y diecinueve insufribles minutos. Una vez tranquilizado el ritmo, la segunda ocasión en la que el monstruo resurge pierde todo encanto y deleite, no sólo de forma visual, pero dentro del impacto que su presencia pudiera simular tener en medio de la catástrofe, limitándose a una escena olvidable de tres helicópteros persiguiéndolo a lo largo de toda la ciudad. Es curioso ver cómo entre más avanza la cinta, más parece revelar que su verdadera intención fuese el maravillar a un público infantil, recién salido de las salas por ver ‘Jurassic Park’ o ‘The Lost World’, como reflejo de esta consecuencia que las cintas de Spielberg proporcionaron, no sólo al colocar a los dinosaurios como objetos de atención y fascinación del público, sino también debido a la incursión en la era digital, en la cual, todas las cintas con potencial valor de “blockbuster” y una mínima de horror o ciencia ficción debían explotar al máximo posible el recién revolucionario CGI. Sobra decir que Emmerich no se quedó atrás, aunque el resultado dista mucho de lograr lo que grandes nombres como Spielberg o Cameron consiguieran, casi una década atrás.
En su defensa, el monstruo no siempre se aprecia mediocre, pero basta con ver la cinta en ‘blu-ray’ para estar al tanto de las atrocidades visuales en casi todas las escenas con la criatura integrada, lo cual es una lástima, si se aprecia el trabajo de efectos prácticos que se pensaban emplear, los cuales se ven bastante prometedores, independientemente del patético diseño prehistórico que el monstruo terminaría por tener, cosa que, previo al inicio de producción, no sería el caso, ya que el diseño que originalmente se habría planeado estuvo a cargo del legendario Stan Winston, por lo que, al menos como resultado de una versión más actualizada del clásico monstruo, este pudo guardar cierta similitud con el original de TOHO. Esto hasta que surgió el cambio de diseñador, siendo Patrick Tatopoulos (‘get it?’) el nuevo encargado de darle vida a la versión definitiva del Godzilla americano. Parece ser que, como director, Emmerich no es muy bueno al tomar decisiones creativas, cosa que se ha visto constantemente en todas y cada una de sus cintas, sobre todo después.
A esto añadamos la sub-trama (que por desgracia es lo que alarga de más la película) de las crías de Godzilla, las cuales reflejan la falta de trabajo empleado en los efectos especiales digitales, así como la falta de integración dentro de la misma cinta, lo que terminaría por añadir el último clavo al ataúd, especialmente al intentar convertir la cinta en un pobre intento de película de terror de serie B. Inclusive algunas de las ultimas cintas producidas por TOHO tuvieron un tono un poco más acertado a este enfoque, pero que aquí, parece pertenecer a dos películas completamente distintas, clara referencia a la escena dentro de la cocina en ‘Jurassic Park’, la cual involucraba a dos raptores acechando a los dos niños de la cinta. Aquí es similar, pero con franceses.
De los pocos aspectos rescatables que se pueden sacar de la cinta, además de a Jean Reno, serían la banda sonora compuesta por David Arnold y Michael Lloyd, así como la recreación, en veces digital, en veces por medio de modelos, de Nueva York, pero probablemente el más trascendental (inadvertidamente) sea la propaganda del 98, pocos meses previos al estreno de la cinta, la cual estaba-literalmente-por doquier. Desde los carteles promocionales, los restaurantes de comida rápida, los accesorios, hasta la línea de figuras de ‘Trendmasters’ la cual era bastante decente y variada, similar a la descomunal línea de Kenner para ‘The Lost World’, solamente un año antes. Desgraciadamente, y con todo y el éxito en ventas dentro de la amalgama de figuras, ‘Trendmasters’ cayó en la bancarrota inmediatamente después del estreno de la cinta. No es de extrañar que Sony proporcionara la mayoría del presupuesto a la mercadotecnia, pues se sabía desde un inicio del fracaso al que estaban a punto de exponerse. Como sea, la propaganda salvó parte del ingreso, pero el daño estaba hecho.
Sea por su valor pobre de producción desperdiciada (o mal empleada), su nula dirección y las decisiones infantiles y torpes que cometieron, tanto Emmerich como Devlin, Godzilla del 98 es una cinta que difícilmente puede ser olvidable, debido al daño que causó, tanto al legado de TOHO, como al del personaje mismo, tornándose en una desastrosa decepción para fanáticos y puristas de todo el mundo, incluyendo a aquellos quienes crecimos con el pensamiento de que esto era Godzilla, durante nuestras miserables infancias, repletas de ignorancia y conformismo. A fin de cuentas, ¿Qué más se puede decir de la cinta que ni siquiera se dignó a asesinar a las parodias de Roger Ebert y Gene Siskel?
-Jose Miguel Giovine
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