¨¿Eres feliz?¨
Fue le pregunta que le hizo Clarisse McClellan, una joven de casi 17, años a Guy Montag, nuestro bombero protagonista de la novela Fahrenheit 451. Tu respuesta inmediata, lo más probable, es que sea un sí. ¿Pero cuán verdadera y precisa es? Tienes a tu familia, es cierto; un trabajo, claro; salud, ¡muy bien! Sin embargo?¿por qué te sientes tan vacío? Sientes que tu respuesta podría ser mucho mejor que eso, todos lo dicen, que llevas una vida perfecta, siempre tan sonriente. Eres feliz, ¿no?
Para Montag esta pregunta había sacudido su mundo, responderla había significado perder su fiel careta de felicidad para dar lugar a su verdadero rostro, uno cuyos ojos solo podían reflejar incertidumbre rodeada de un mar de preguntas moralmente incorrectas. Porque en una sociedad donde caminar tranquilamente por las aceras de las calles, conducir a menos de 150 km/hora y sobre todo, leer un libro, era algo penalizado por la ley. Esta es la clase de lugar que Ray Bradbury nos ofrece en tan singular lectura.
Es bien sabido, que el papel de un bombero es el de apagar incendios, al menos es lo normal para nosotros. Pero en Fahrenheit el bombero es quien los inicia, al tener la gran responsabilidad de proteger a su ciudad del mal que los libros representan. Esos artefactos llenos de malicia y palabras hirientes que a la sociedad hacen tanto daño. Porque los libros son malos para nosotros, ¿no? Fahrenheit 451, la temperatura a la que los bomberos hacen arder los libros, en ese mundo donde es más importante pasarla bien que preocuparte por la acechante guerra, aquel sitio donde la muerte de quien dices amar no significa para ti nada más que una persona fácil de reemplazar, un lugar en que nadie te ve a los ojos y a nadie le importas.
Dime, ¿cómo es el lugar donde vives? Sus colores, el olor que tiene a distintas horas del día, su calidez o frialdad. ¿Realmente te has puesto observar estos y más detalles? El crujir de las hojas de otoño bajo tus zapatos, ese sonido?¿lo recuerdas?
¨¿Cuántas veces puede hundirse un hombre y seguir vivo?¨
Guy Montag, quien deberá enfrentarse a las creencias de una sociedad vacía, está por descubrirlo mientras esconde los libros que se supone, debería haber quemado y que en cambio, esconde con gran fervor.
Fahrenheit 451 nos presenta con una disyuntiva abrumadora sobre el verdadero significado de la felicidad y su valor volátil. ¿La felicidad verdadera se alcanza mediante la seguridad? ¿Cuántas libertades debemos ceder para alcanzar esa seguridad?
Bradbury nos pone ante una distopía sencilla, sin embargo muy completa. Un análisis sobre las personas que viven huyendo de sus emociones negativas y las consecuencias monumentales ante el punto de ruptura donde tiene su clímax esta interesante historia. Fahrenheit 451 ha sido admirada fuente de inspiración para muchos medios, un ejemplo de ello es la película Equilibrium de 2002, con actores de la talla de Christian Bale, Sean Bean, Emily Watson y William Fichtner. A nosotros en Distopía nos ha encantado esta obra propuesta por Bradbury y fue de hecho uno de los primeros contenidos que compartimos con nuestros seguidores al iniciar la página.