Un francés, una japonesa, gusanos de seda y un romance imposible
Seda
Siempre se me ha dificultado tomar la lectura como una actividad de ocio. Requiero que alguien me recomiende algo bueno que leer, me conozco y sé que no buscaré por mi cuenta. Además, cuando llega el momento de la lectura requiero sentarme en silencio y prestarle toda mi atención al texto, de lo contrario, no le pondré el esmero que merece. Sin mencionar que las distracciones llegan fácilmente a mí y debo luchar contra ellas. Un momento me llegó un mensaje.
A continuación, voy a opinar sobre qué me pareció Seda, una historia del italiano Alessandro Baricco. Obra publicada por primera vez en 1996. Escrito interesante y que disfruté mucho. Tiene toques de ficción, pero sin alejarse de la realidad.
El autor nos cuenta la historia de un hombre francés, Hervé Joncour, al que le gustan las aventuras, y dentro de ellas vive una historia de amor complicada y llena de dolor. Él compra y vende gusanos de seda. Hay que tomar en cuenta que estos insectos, en la trama, son como el oro. El francés vive en compañía de su esposa, Hélene en un pueblo de Francia llamado Lavilledieu.
Es una historia internacional, pero de la segunda década del siglo XIX en la que se requieren de días para llegar a otro continente, actividad que en la actualidad podemos realizar en algunas horas. Hérve se dedica a viajar entre Asia, Europa y África para obtener ganancias a través de los gusanos de seda, los que permiten que se desarrolle la sericicultura, actividad que antes de leer esta historia no conocía. Es intrigante que en Seda el mundo desconocido se encuentra al otro lado del mar, y eso es considerado, el fin del mundo: Japón. Un lugar clave de la trama.
A lo largo de cada párrafo nos acompaña un narrador omnisciente, ese que lo sabe todo, pero no es parte de la historia, como si la estuviéramos viendo a través de una pantalla. Cada palabra me mantuvo atenta y esperando con emoción para saber qué sucederá.
Me parece impresionante la capacidad de síntesis de Barricco. Ningún capítulo o parte rebasa dos cuartillas, algunos son tan solo un párrafo, y las palabras que ahí encontramos se enlazan perfectamente que no hay necesidad de agregar más. Está lo que tiene que estar.
Los recursos literarios que identifiqué:
• Repeticiones: el autor no deja de mencionar el nombre completo de Hérve a lo largo de la trama, lo que nos ayuda, como lectores, a entender que Hérve es ese alguien que tiene la carga significativa de la historia.
También cuando enuncia el viaje aventurero del francés: “Cruzó la frontera francesa cerca de Metz, atravesó Württemberg y Baviera, entró en Austria, alcanzó en tren Viena y Budapest para luego proseguir hasta Kiev. Recorrió a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, superó los Urales, entró en Siberia, viajó por cuarenta días hasta encontrar el lago Bajkal, que la gente del lugar llamaba: el santo. Remontó el curso del río Amur, caboteando la frontera china hasta el océano, y cuando llegó al océano se detuvo en el puerto de Sabirk por ocho días, hasta que un barco de contrabandistas holandeses lo llevó a Cabo Teraya, sobre la costa oeste del Japón” se repite, reiteración, pero al mismo tiempo muestra lo complejo que era viajar”, fragmento que se repite más de cinco veces, y aunque se vuelva a leer no es tedioso, al contrario, nos recuerda el camino que debe tomar Hérve para ir de Japón a Francia o de Francia a Japón. Hay que tener ingenio para que repetir un fragmento como aquel no aburra al lector.
• Palabras inusuales: poltrona, sordina, estofa, sericicultura, saltimbanqui, risotada, pórtico. No hay que caer en el error de que si hay una palabra extraña no se va a entender, al contrario, debemos aventurarnos en el espíritu investigador para que el significado de esas palabras nuevas aporte a nuestro bagaje cultural.
• Descripciones y adjetivos: “Francia, los viajes por mar, el perfume de las moreras en Lavilledieu, los trenes de vapor, la voz de Hélene, Hervé Joncour continúo relatando su vida como nunca, en su vida, lo había hecho” (p.19), “Madame Blanche estaba sentada en una gran poltrona al lado de la ventana. Llevaba un gran kimono de estofa ligera: completamente blanco. En los dedos, como si fueran anillos, llevaba pequeñas flores de un azul intenso. Los cabellos negros brillantes; el rostro oriental, perfecto” (p.31). Como se puede apreciar en los anteriores fragmentos, vemos que el autor nos quiere acercar a la historia a través de las descripciones detalladas para que podamos sentir la cercanía del lugar, situación o persona de la que habla.
• Las metáforas. Juega con las palabras y su sentido para crear una idea interesante y darle belleza al texto: “Mil veces buscó los ojos de ella, y mil veces ella encontró los suyos. Era una especie de danza triste, secreta e impotente.” (p.33), “Tenía a sus espaldas un camino de ocho mil kilómetros. y delante de él la nada. De improviso, vio lo que pensaba invisible. El fin del mundo” (p.48), “sobre aquel espejo de agua, parecían miles, soplando. De todas partes. Un espectáculo. Leve e inexplicable.” (p.67), “Cuando la soledad le apretaba el corazón, iba al cementerio a hablar con Hélene.” (p.73), “La amó durante horas, con gestos que no había hecho nunca, dejándose enseñar una lentitud que no conocía. En la oscuridad era fácil amarla sin amarla a ella.” (p.39).
Cuando leo un libro me gusta mucho imaginar, con base en lo que el autor dice, a los personajes de la historia. Desde luego, lo hice con los de Seda. Los visualicé en los siguientes actores:
Hérve (Avan Jogia)
Helené (Dakota Johnson)
Madame Blanche (Claudia Kim)
La chiquilla misteriosa (Moon Ga-young)
Para entender el papel de Madame Blanche y la chiquilla misteriosa en esta complicada historia de aventuras y amor deben adentrarse a leer esta entretenida e interesante obra de Alessandro Barricco, además, para que con la capacidad de descripción del autor usen la imaginación para visualizar, como yo, a los personajes.
Si eres de los que no leen a menos que te obliguen o convenzan, como yo, te invito a dedicarle tu atención a Seda. Podrás experimentar una lectura fluida, amena, interesante, con algunas palabras del vocabulario soez y en algún momento va a tocar fibras sensibles del dolor, y al mismo tiempo del amor.
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