Fruta y Año del Dragón: el renacer en el mar
Cada 60 años en el calendario Chino se abre el paso para el año del dragón de madera
Cada 60 años en el calendario Chino se abre el paso para el año del dragón de madera. El pasado 10 de febrero del 2024 el simbolismo del dragón con su energía de fortuna y nuevos inicios nos acompaña. El dragón nos comparte de su poder, nos provee lo necesario para evolucionar y tener abundancia. Es el dragón una apuesta para quienes buscamos crecer.
La pitahaya es conocida como la fruta del dragón, ya que la planta que la produce sube y se entrelaza con el tronco de los árboles dando la forma del cuerpo de un dragón. Los primeros años de vida una planta de pitahaya da escasos frutos los cuales no se contabilizan ni en media decena. Al sexto año la producción del fruto se consolida en hasta cinco decenas por planta. Las propiedades de la pitahaya favorecen la creación de glóbulos rojos en el organismo.
Llegar a estos ciclos pre-siento, nos hace encender el fuego en la sangre de cada dragón que llevamos dentro. Este año del dragón me tocó cumplir la edad del renacer (33) y vivir en un estado del país (México) que es representado por la fruta del dragón. Creo en los simbolismos y señales no por romanticismo, soy fiel creyente que la vida tiene su lenguaje y formas de comunicarse para quienes somos receptivos. Abrirse a la vida es abrirse al sentir. Sentir es una condición única de estar vivos y que experimentan quienes se atreven a vivir.
Los dragones viven en el agua, por causalidad y no casualidad, este año he estado rodeada de mar del océano Pacifico, navegando en las profundidades de las desconocidas y poco transitadas aguas de las emociones, que cual río que lleva al mar, nunca sus corrientes son las mismas, pero somos navegantes de esta vida, viajeros, aventureros y buscadores. No somos lo que éramos ni seremos lo que somos. Leí alguna vez:
“Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo, mira para atrás, para ver su recorrido, para ver las cumbres y las montañas, para ver el largo y sinuoso camino que abrió entre selvas y poblados; y ve frente a sí un océano tan extenso que entrar en él solo puede ser desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera: el río no puede volver, nadie puede volver, volver atrás es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar en el océano. Al entrar, el miedo desaparecerá, porque en ese momento sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino de volverse océano…”
El río y el Océano – Khalil Gibran
El océano Pacifico es el más grande y profundo del mundo. Fue nombrado así por Fernando de Magallanes en 1520 después de salir de una tormenta y encontrarse navegando en una zona de aguas tranquilas. El océano Pacifico es de todo menos pacifico. Sus condiciones climáticas son extremas. Las aguas del océano Pacifico son más densas, saladas, frías y oscuras. Las emociones se han asociado con el agua ya que el agua nos ayuda a conectar con nuestros sentimientos más profundos. Al igual, el agua simboliza la purificación y renovación de los cuerpos tangibles e intangibles que nos conforman; su fluidez nos enseña de aceptación, a adaptarnos y la forma en cómo deberíamos caminar por la vida. Es decir, el agua no se aferra a las rocas en su paso, con esa naturaleza nos muestra el difícil arte de soltar y avanzar.
El calendario chino no se rige igual que el calendario gregoriano utilizado en la actualidad. El calendario chino se basa en un calendario natural, regido por las estaciones del año inherente al ciclo de la vida misma. Comienza con la Primavera, al igual que los nuevos ciclos y sus nuevos comienzos. La primavera es la época del año idónea para nacer y renacer como las flores, los pájaros y la vida que le adornan. Rodeados de la energía jovial y optimista de la primavera podemos alcanzar grandes logros. Y es justo en primavera, en el inicio del año del dragón de madera, que me encuentro emprendiendo nuevos proyectos en un lugar desconocido rodeada de aguas físicas y emocionales. Esta energía me llena de vitalidad, fuerza y esperanza para seguir este camino lleno de sorpresas llamado vida. Esta energía me invita a sanar y renovarme. Estos simbolismos son mi dirección y mi guía en este navegar. Para conseguir avanzar debemos enfrentarnos a todos los desafíos que nos proponga la vida. Sin duda también es una oportunidad única para evolucionar y manifestar metas y objetivos que queremos alcanzar.
Vamos en el mar hacía lo desconocido. Es preciso construir un timón para un barco que navega sin rumbo. No hay más embarcación que este capitán a cargo. La única promesa segura es que después de transitar las tormentas turbias habrá aguas en calma. Si el barco solo es una parábola será necesario convertirnos en océano. Pero recordemos, somos navegantes de esta vida, viajeros, aventureros y buscadores. No somos lo que éramos ni seremos lo que somos. Entonces, nos tocará descubrir lo que seremos…
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