Pompoko (1994): Reseña.
“Usaron sus bolas como armas en un valiente ataque kamikaze.”
Tal vez Studio Ghibli pueda jactarse de ser tanto innovador, como encantador, séase con respecto a su animación, háblese de sus personajes, su rompimiento de estereotipos, convencionalismos o hasta clichés que, al presentarse, se sienten frescos y distintos a los que otras casas productoras ‘mainstream’ pudieran ofrecer. Pompoko es, por decirlo de una manera inteligente, la versión bizarra de todas estas virtudes que han caracterizado a la casa fundada por Miyazaki. Pompoko (o, la Guerra de los Mapaches, como se le ha conocidos en el mercado español/latinoamericano), es dirigida por Isao Takahata, quien hasta este momento ya se volvería el segundo nombre más pesado en lo que a la animación japonesa respecta. La trama gira en torno a un grupo de mapaches (o tanuki, que es como se le conoce al perro-mapache en Japón), los cuales están luchando constantemente por sus tierras, las cuales corren peligro de ser tomadas por los humanos, pero una característica de los tanuki es que estos pueden ser cambia-forma, de acuerdo al folklore japonés, por lo que existe una considerable variable con respecto al drama y conflicto entre estos personajes. Sin embargo, esta habilidad implica que tanto estos mapaches pueden cambiar de forma y moldearse a voluntad, ya séase de formas solidas o blandas, el problema viene con el hecho de que muchos de estos animales han olvidado como hacerlo, sin embargo, y debido a este problema, los ancianos son enviados para volver a enseñarles como recobrar esas habilidades, todo con el propósito de ver quién va a recuperar la tierra y quien va a perderla.
Por lado, Pompoko puede verse enteramente como una comedia que explota sus recursos para hacer del humor algo efectivo, y como el enfoque es casi completamente dirigido a este tono, no habría problema al tener los personajes que se tienen, los cuales todos llegan a crecer dentro de la trama, son agradables y fáciles de conectar. Por otro, hablamos de una cinta que, con todo y uso de un elemento infantil como lo es el humor caricaturesco (dependiente, en gran parte, del ‘slapstick animado’), también hace un uso bastante alto de la dramatización y la tragedia, especialmente a nivel “grotesco, claro, para estándares de una cinta animada. No es como si Ghibli no fuera reconocido por hacer uso de ello, si bien no necesariamente ha realizado cintas con un conteo mortal considerable, sus niveles de temas adultos, maduros o gráficos son considerables, ahí tenemos Nausicaä, opera prima del estudio y que mezcla estos elementos con sublime profesionalismo. Pompoko, más que enfocarse en un solo elemento (comedia/drama), parece juguetear con esa balanza al grado de crear una sensación de diversión, incomodidad y creatividad, todo en sobre medida, dependiendo del momento de la película que se esté apreciando.
Probablemente la escena que las personas (que la hayan visto) recuerden con mayor devoción sea el infame desfile en el que los mapaches (ya habiendo perfeccionado sus habilidades como cambia-formas) se deciden a asustar a los humanos que están en posesión de sus tierras para ahuyentarlos, pues es aquí en donde se nos arroja un sinnúmero de momentos en donde se aprovecha al máximo la capacidad de animación que Takahata es capaz de dirigir; cientos de formas, algunas simpáticas, otras perturbadoras, otras bastante bizarras, pero en general todo se resume dentro de una gran escena que nos recuerda a ese cine de antaño de los 80s, en donde una película infantil podía tener elementos fantásticos y tétricos al mismo tiempo. Esto lleva, así mismo, al conteo de muertes, tanto desde el punto de vista de los mapaches, como el de humanos que hay en la cinta, especialmente distintivos cuando las animaciones adquieren una estética y diseños más realistas, indicando el estado correspondiente al personaje. Si la criatura parece completamente un mapache realista es porque este o no puede transformarse o simplemente pasa desapercibido en modo incognito, o bien, muere después de haber mantenido una imagen más pintoresca y animada. De hecho, mucho del tono que posee la película dentro de su balance entre crudo y caricaturesco.
Sin embargo, dejando de lado la gran escena del desfile, también hay otra escena que muchos recordaran, no tanto por su impacto dentro de la historia, sino a nivel controversial y técnico, cosa que puede ser considerada un ‘spoiler’, pero que en su momento dio mucho de qué hablar, después de que Disney obtuviera los derechos de la cinta para realizar el doblaje al inglés, y es la incursión de una escena de acción en donde los mapaches, luego de iniciar la batalla definitiva contra los humanos, empiezan a usar sus genitales como armas y paracaídas, moldeados de tal forma que, inclusive con lo distorsionado de su forma, la imagen es obvia y evidente, y es tan desconcertante como uno podría imaginarse. Es probablemente una de las escenas más extrañas de la animación en general, obvio, tratándose de un filme dirigido a una audiencia general, constituida principalmente por familias. Sin embargo, con todo y que pueda tomarse en cuenta la división y polarización entre cultura oriental-occidental, es una escena extraña y, hasta cierto punto, innecesaria, de igual forma teniendo en mente que a lo largo de toda la película, los mapaches (en su versión antropomorfa) se encuentran exhibiendo su genitalita de forma discreta pero aparente. Tal vez, tratándose de cualquier otro director esto resultara un poco menos perturbador, pero estamos hablando de Takahata, el responsable de realizar esa joya del 88 llamada ‘The Grave of the Fireflies’. Es sumamente inquietante imaginarnos que uno de sus proyectos es la película en donde los mapaches utilizan sus testículos para combatir personas.
Como sea, Pompoko no pasa desapercibida, e incluyendo su controversia y su peculiaridad por sobre otras cintas del estudio, es una cinta que se disfruta tanto por su tono, por su imaginación y por el lore que se dedica a representar dentro de lo que es uno de los folklores japoneses más reconocidos dentro de su cultura, y es bueno verlo, aunque sea dentro de un filme animado. En definitiva, es una película divertida, pero que siempre va a terminar alarmando a dos que tres padres de familia. Sea como es, a pesar de estar lejos de ser la mejor entrega, séase del estudio o del mismísimo Takahata, es divertida y completamente disfrutable, no tanto por su historia, más que por su extravagancia y creatividad, dispersas en casi cada toma de la película. No es esencial dentro del catálogo Ghibli, pero de igual forma, es una buena adición para cualquier autodenominado “fan”.
- Jose Miguel Giovine
La actriz y cantante Marta Eggerth
Fue descubierta por la industria del cine a principios de la década de 1930
Leer más