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Diez años de Laika.
Diez años de Laika. Diez años de Laika.

Diez años de Laika.


“Para mi es vida real sobre objetos reales. Hay algo sobre la imperfección de la realidad que es… mágico.”

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Fundada en 2005 por Phil Knight, teniendo a su hijo Travis como presidente de la compañía, así como de director y productor ejecutivo responsable de todas las entregas, el estudio es probablemente la cadena productora de cintas animadas más peculiar dentro del limitado campo ‘underground’, con un debut oficial en 2009 con su primero proyecto, a cargo de la dirección de uno de los directores de renombre del género, llegara Coraline, adaptación en animación ‘stop-motion’ (carta clave de estilo para la animación utilizada por el estudio) de la novela homónima del célebre Neil Gaiman, la empresa se decidió a sentar bases en lo que los estudios de animación y producciones mayores rara vez tienden a enfocarse, en uno de los estilos que más trabajo y esfuerzo requieren y que, tristemente, no reciben el crédito y méritos necesarios para que su popularidad pueda darse el lujo de estallar, como es debido. 


Diez años de Laika.


Hablar sobre el nivel de detalle y calidad que Laika denota en cada una de sus producciones no basta; el trabajo de diseño y arte que plasma la arcilla de sus figuras hasta cobrar vida, toma por toma, que por igual trata a toda costa de ofrecer un tono acorde para cada una de sus historias, las cuales rayan en lo peculiar y, dicho sea de paso, en lo bizarro, cuando la historia en serio se lo propone. Ejemplo de ello es el film antes mencionado, Coraline (Henry Selick, 2009), la cual aborda temas como la falta de atención y afecto, experimentada comúnmente en la infancia de millones de pequeños, ansiosos por pertenecer al complejo y oscuro mundo de sus padres, y es esa misma oscuridad la que apreciamos en la película, digna del trabajo de Gaiman, la cual no escatima en atmósfera, y nos permite reconocer las consecuencias de dejarse llevar por la peligrosa tentación de disfrutar de la opción más fácil, mostrándolo de una forma digna de cualquier producción infantil creada en los 80s.


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Inclusive en la injustamente ignorada ParaNorman (Chris Butler-Sam Fell, 2012), ensombrecida por otra gran producción ‘stop-motion’, Frankenweenie (Tim Burton, 2012), aborda temáticas similares, pero con acercamientos y enfoques más sutiles y cómicos en vista del impacto que su antecesora generara unos años atrás dentro del público infantil. Temas como el rechazo y la necesidad de pertenecer que todo aquel digno paria alguna vez llegase a sentir, podrá fácilmente identificarse con ello.  Estos son solo el núcleo base para la que ha pasado a ser un nuevo clásico infantil digno de Halloween, pero, sobre todo, gracias al manejo de su historia y personajes, cosa que coronó la ambición y visión del estudio, cuando otras casas productoras le llevaran la delantera de manera un poco más convencional. Pero, ¿por qué Laika, a solo dos películas, lograba esa superioridad tanto visual como narrativa? Si prestamos la debida atención, encontraremos algunos factores que determinan el estilo narrativo que el estudio tiende a frecuentar, y no está de más tenerlo en mente, pues su calidad se esconde más allá del periodo que puede durar el filmar una sola escena dentro de la película (hasta 1 año), o el número de rostros que deben moldearse para un personaje con el propósito de filmar un dialogo. 


Diez años de Laika.


Sus siguientes dos cintas siguieron la formula, tanto en estilo, técnica, como en premisa, lo cual ayudó a acumular estatus por parte de la crítica y un número limitado de audiencia que aún buscase apreciar el doloroso arte de este particular estilo de animación. Si bien, en su momento Boxtrolls (Graham Annable-Anthony Stacchi, 2014) no contó con la elegancia perturbadora de Coraline, o la originalidad y creatividad hilarante de ParaNorman, si logró abrirse paso con modesto éxito dentro de los seguidores gracias a una amalgama exuberante de imaginativos diseños y una producción a la par de sus antecesoras, sin mencionar la bien recibida presencia de celebridades que dieran vida a sus curiosos personajes, como Sir. Ben Kinglsey, Nick Frost y Simon Pegg.


Diez años de Laika.


Pero no fue sino hasta la llegada de la aclamada Kubo and the Two Strings (Travis Knight, 2016) cuando el estudio consagró su prestigio y unanimidad en lo que al estilo de animación se refiere; hoy en día Laika es el principal exponente de animación ‘stop-motion’, y el único estudio, por igual, no solo en perfeccionar la técnica con la ayuda de un sinnúmero de asistentes y titiriteros, sino en recurrir de lleno a la realización de cintas filmadas con esta técnica. Kubo es la confirmación que se necesita para entender el enfoque y el principal punto de vista de Laika y las mentes detrás de estas historias; el individuo que pareciera indefenso, sin encontrar su lugar, debe abrirse paso entre la adversidad, presentada en veces de formas horrorosas, otras, de villanos chuscos y carentes tanto de realismo como de seriedad. Pero es interesante que, cada vez que Laika expone a alguno de sus personajes principales, lo haga dentro de temas tan sensibles y, por igual, maduros, que no es de extrañar el fácil apego que tanto un pequeño como el adulto que lo acompaña lo usen tanto como punto de relación, como inmediata conexión entre uno y el protagonista en pantalla. Probablemente el punto mayor dentro de la cinta de Knight; el uso de la relación entre una familia que busca desesperadamente serlo, pero al mismo tiempo sirviendo esta como la adversidad primordial dentro de la trama. No cualquier estudio se atrevería a tratar estos temas con la creatividad y profundidad con la que el estudio la abordó, pero por igual, con la disfuncionalidad dentro del núcleo antagónico que gira en torno al simpático pero complejo protagonista.


Diez años de Laika.


Casualmente, a diez años de su primer largometraje producido, Missing Link (Chris Butler, 2019) se estrena con una amplia distribución- e inevitable limitada cartelera- en el país, cuyo estreno originalmente datara de abril de este mismo año en EUA, y que cuenta con las actuaciones vocales de Hugh Jackman, Zoe Saldaña y Zack Galifianakis como el eslabón perdido. No es necesario abordar en la calidad que el film ofrece, ni en lo hilarante que resulta experimentar una historia que, nuevamente, explora el sentido de pertenencia, ansia por la aventura y la excentricidad de sus personajes los cuales, al igual que nosotros, deberán enfrentarse a la búsqueda de identidad, así como su lugar en el mundo. Si bien, la cinta no logra los niveles de calidad de Coraline o Kubo, es innegable que existe un empeño perfectamente plasmado en la animación, así como constantes guiños a temas complejos e inexplorados en películas infantiles (¿Quién diría que terminaríamos abordando temas como la evolución y limitación intelectual en una cinta para niños?), sin mencionar que se necesitaron 160,000 rostros para el reparto de figuras, alrededor de 110 escenarios, 65 locaciones originales, y un detalle manual impecable al cual la gran pantalla difícilmente le hace justicia. 


Diez años de Laika.


Basta con seleccionar, en cualquiera de los ‘Blu-ray’ de estas cintas la sección ‘special features’ para apreciar el arte y arduo trabajo que cada producción conlleva, desde el diseño en papel hasta la filmación en sí, no puede negarse la calidad que el estudio demuestra en cada entrega. No cabe duda de que apreciar la realización de estas películas es casi tan entretenido como ver las mismas, y afortunadamente, el estudio sigue en pie a pesar de jamás tornarse en un monstruo de taquilla, como las casas productoras de animación pueden jactarse de estar acostumbradas. Con 6 nominaciones a la Academia (de las cuales no ha ganado en ninguna ocasión), y un British Academy Film Award (2016) en su haber, Laika puede presumir de ser el mayor exponente de este hermoso e hipnótico estilo de animación y, a diferencia de muchos otros estudios, es uno que afortunadamente sobrevive por su incuestionable amor al arte que, a estas alturas, ya ha logrado sobrepasar la calidad a la que iniciara aspirando. A esperar ansiosos lo nuevo que Laika nos vaya a deparar. 


- Jose Miguel Giovine







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